
Por: David Salas
Hace unos 22 millones de años, África empezó a partirse. Literal.
Una grieta se abrió desde el Mar Rojo hasta Mozambique.
Así surge el Gran Valle del Rift:
A un lado de la grieta, la selva se mantuvo húmeda, estable, predecible. Frutos, hojas, sombra.
……
Del otro lado, clima seco. Sol directo. Sabanas abiertas y una cadena alimenticia despiadada que incluye felinos gigantes y cazar con mucha hambre.
Mientras algunas especies prosperaron en la comodidad —las cuales dieron origen a chimpancés y bonobos, con las que compartimos el 98.8% de nuestro ADN—, nuestros antepasados biológicos quedaron atrapados en el lado rudo del Rift.
Esa incomodidad, esa presión selectiva, se convirtió en nuestra mayor ventaja evolutiva.
Sobrevivieron al caos nuestros tatatatatara-abuelo(a)s capaces de comunicarse de manera compleja, de imaginar escenarios, de controlar el fuego, de desarrollar tecnología, de pulir su entorno, de hacer alianzas a gran escala…
Entonces…
¿Rift o miedo?
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